Hoy en día tenemos dos tendencias polarizadas en la relación con el cuerpo y la comida. Por un lado está la tendencia a estar a disgusto con el cuerpo, querer modificarlo junto con la alimentación, incluso al costo de la propia salud, ya que el fin es más bien estético. Para esto existe una oferta de estrategias dirigidas a controlar el peso y modelar el cuerpo, que realmente nos puede resultar abrumador. Ayunos, dietas y estilos de vida bastante rígidos detrás de los cuales nos encontramos empresas millonarias que se alimentan de la ansiedad e inseguridad de sus consumidores. Por otro lado, encontramos la tendencia opuesta, que proclama la aceptación corporal y alimentaria, de tal manera que la persona cuestiona y se revela frente a los ideales sociales impuestos de salud y belleza, es consciente de la gordofobia y se traduce en una postura política rupturista, feminista, de libertad de expresión y de aceptación a la diversidad corporal.
Desde nuestra visión, ambas propuestas pueden afectar de manera importante a una persona. Si bien, la cultura de la dieta ha dejado como consecuencia miles de personas insatisfechas consigo mismas, y ha tenido un impacto fundamental en el desarrollo de los trastornos alimentarios, podríamos rescatar la promoción al deporte como parte importante del bienestar. Somos conscientes que el estilo de vida que se promueve desde este lugar es para alcanzar un objetivo estético y no un real bienestar. Ahora, desde la postura que incluye la salud en todas las tallas y cuestiona los ideales de belleza impuestos, encontramos una luz de libertad y de aceptación corporal mucho más realista y como un aporte enorme al bienestar emocional de una persona. Sólo el hecho de pensar que no tengo por qué encajar en un molde, es tremendamente aliviador.
De esta manera, por un lado, la tendencia imperante es demasiado rígida y castigadora; y por otra parte, la otra tendencia parece demasiado laxa y desestructurada, donde aparecen preguntas importantes : ¿cómo me acepto y tengo una relación amorosa con mi cuerpo cuando la sociedad me está bombardeando constantemente con mensajes contrarios?¿cómo remo contra la corriente?¿qué significa aceptar mi cuerpo? ¿Es posible querer cambiar mi cuerpo y aceptarlo al mismo tiempo? Frente a esto, la persona entra en un lugar de mucha incertidumbre que también puede ser abrumador.
Nos parece que ambas tendencias dejan de lado lo fundamental que es el aspecto espiritual de una persona al momento de sanar la relación con su cuerpo y con la comida. Creemos que el trabajo interior y la reconexión contigo mismo es esencial para poder hacer cualquier cambio externo. La persona debe crear un camino espiritual, sea el que sea, con los ritos que más le hagan sentido, para poder afirmarse en algo más que su imagen externa, puede ser una religión, el yoga, la meditación, etc. Para esto, el tratamiento de los trastornos alimentarios debe contemplar el aspecto espiritual, además de la psicoterapia y nutrición consciente.
Si no nos conectamos con nuestra alma, nada de lo que hagamos fuera tendrá sentido.